lunes, 6 de agosto de 2012

Participacion de las mujeres en la guerra

La Verdad de la Guerra
en la Voz de las Mujeres
Violencia Sexual y de Género


El objetivo de la política de Desarrollo Global de Suecia es contribuir
a un desarrollo mundial justo y sostenible y es la base para la estrategia
sueca de cooperación con Colombia, cuyo objetivo principal
es que los más pobres mejoren sus condiciones de vida y el país logre
una paz sostenible con amplia participación social.
La promoción de la igualdad de género y el papel de las mujeres es
una de las tres prioridades temáticas del gobierno sueco en la cooperación
para el desarrollo. La política para la “igualdad de género, los
derechos y el papel de la mujer en la cooperación para el desarrollo
de Suecia”, aprobada en 2010, resalta la igualdad de género como
una meta en si y un pre-requisito para un desarrollo democrático a
largo plazo y para un desarrollo global sostenible. Para lograrlo se
hará énfasis esencialmente en: participación política e influencia de
las mujeres; empoderamiento económico y condiciones laborales
de las mujeres; y seguridad para las mujeres, incluyendo combatir
todas las formas de violencia de género y trata de personas.
Adicionalmente, el gobierno sueco aprobó en 2011 una política para
paz y seguridad en la cooperación para el desarrollo. Esta tiene
como objetivo contribuir a una paz duradera que posibilite el desarrollo,
resaltando el derecho de las mujeres, hombres, niños y niñas
a la seguridad humana. La promoción de la paz, la seguridad y los
dividendos de la paz son las ejes principales en los que se centra
esta política para lograr su objetivo.
Sabemos que la violencia de género se incrementa en los conflictos
armados y es utilizada de manera sistemática y conciente. La violencia
física, sexual y sicológica contra las mujeres y niñas es usualmente
utilizada como una estrategia de guerra y de persecución social.
En un país en conflicto las mujeres son particularmente vulnerables,
pero también son actores importantes. Ellas deben estar involucradas
en todas las etapas del proceso de paz, en las negociaciones, en
el diálogo y la construcción de confianza, en la implementación de
las políticas de desarrollo y paz y en los diferentes escenarios donde
se discutan medidas para su protección frente a la violencia sexual.
Para Suecia, la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad y las otras resoluciones
complementarias (1820,1888,1889,1960) son un eje principal de
nuestra política exterior. De gran relevancia es la Resolución 1820
que reconoce la violencia sexual relacionada con los conflictos como
una táctica de guerra y una cuestión de paz y seguridad internacio
nal.

Esta resolución le exige a las partes involucradas en el conflicto
el cese inmediato de todos los actos de violencia sexual contra ci
viles
y afirma que las medidas efectivas para prevenir y responder
a actos de violencia sexual pueden contribuir significativamente al
mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
Estas cinco resoluciones son una herramienta importante para la
sociedad civil, los gobiernos y el Sistema de Naciones Unidas para
fortalecer el rol de las mujeres en la construcción de la paz, visibili
zar
los actos de violencia sexual y contribuir a poner fin a la impu
nidad.
Suecia es un socio para la paz con Colombia y su cooperación está
enfocada a contribuir a la construcción de paz, al fortalecimiento
de la democracia y al respeto de los derechos humanos. Estamos
convencidos que la participación de las mujeres como agentes de
cambio es fundamental para la construcción de la paz y por supuesto
para el desarrollo de un país.


Marie Andersson de Frutos
Embajadora de Suecia
Octubre 2011




Las autoras cuentan
algo sobre sí mismas
 
Carmen
Soy una mujer que vivió la violencia en carne propia. A pesar de las difi
cultades
he logrado muchas cosas. Quiero ayudar a las mujeres que han
sufrido en este conflicto armado.
Heidy
Soy una mujer feliz de ser madre, soy emprendedora y soñadora. Quiero
un futuro mejor. Me he sobrepuesto a todas las circunstancias para
lograr las metas que me he trazado.
Catalina
Soy una mujer marcada por la violencia que me convirtió en madre de
una niña maravillosa. Mis sueños, a pesar de todo, siguen ahí. Quiero
ser sicóloga y convertirme en una escritora reconocida. Soy una persona
tolerante y con muchos deseos que encomiendo a Dios.
Petra
Soy una mujer que siempre ha luchado por los derechos, en especial de
los niños y abuelos. Tengo cuatro hijos que amo con locura, me siento
orgullosa de ellos. Anhelo poder seguir superando las adversidades con
el amor de una madre que quiere devolverle a sus hijos la estabilidad
que ellos se merecen y necesitan; además quiero ser el estandarte para
que muchas otras mujeres se atrevan a denunciar ya que valemos mucho
y no somos culpables de nada.


Cuando el color y el sabor se perdieron
Petra
El valor de las mujeres
En el mundo hay estrellas,
unas iluminan más que otras,
así mismo las mujeres
que denuncian buscando la verdad.
Algunas creen que son nada,
pero ignorantes al pensarlo,
son cimientos y pilares,
que constituyen un gran Estado.
Con astucia, valor y entereza,
a muchos han puesto a temblar,
no con armas, ni con golpes,
solo con su voz,
que es lo que vale más.
Que los grupos al margen de la ley,
se quieren reagrupar,
no contando que las mujeres,
actúan con justicia, astucia y gran verdad.
No hablaremos de todos los funcionarios,
que olvidan su ética y profesionalismo,
quieren seguirnos juzgando.
Todos saben, todos dicen, nadie siente,
solo las grandes mujeres,
que por ser tan importantes
los delincuentes no las quieren.
Un gran corazón emerge,
en lo profundo de este país,
son las valientes mujeres,
que lo van a reconstruir.
Con verdad, justicia, paz y amor,
en un solo latir,
siempre estará nuestro corazón,
para luchar por ti, nuestro gran país.

Es un pueblo hermoso. El amanecer despliega un resplandor de co
lores
infinitos, como si el arcoíris se hubiera derramado en la llanura.
El trinar de los pájaros parece una sinfonía de Beethoven que alegra
el amanecer. Las casas se estremecen con todo lo que en su interior
pasa: las mujeres se afanan preparando las viandas de sus esposos que
ya casi salen a cumplir sus labores en el campo, los niños se alistan para
salir al colegio y los cocodrilos merodean por todas partes, pendientes
de lo que sucede (no hay nada en este pueblo que ocurra sin que ellos
se den cuenta).
El cultivo que más abunda allí es la deliciosa y jugosa caña de azúcar
que crece erguida y majestuosa y de la que se saca la sabrosa panela,
la melcocha y el guarapo. El hada de esta historia vende estos productos
y logra ganar algo de dinero con los postres, dulces y recetas que
prepara. Ella vive con su pareja que es un águila, una bella cisne y un
hermoso pavo real. La gente del pueblo le compra con alegría y además
para ayudarla a solventar el mal que aqueja a la bella cisne.
El hada, además de cocinar y vender, también lucha por los seres más
desprotegidos del pueblo: la labia y astucia que tiene le permiten conseguir
lo que quiere, que siempre es ayudar a los demás. De esta forma,
un día un lobo desvalido aparece en su vida y le pide socorrerlo
porque no tiene donde vivir. El hada se conmueve porque no puede
ver a nadie necesitado. Sin embargo, no sabe que esa decisión va a
hacer desaparecer los colores del paisaje y los deliciosos sabores de
los dulces y manjares que prepara.
El lobo se va a vivir a la casa del hada. Llega, como lo hacen los de su
especie, calmado, tranquilo y dulce. El hada le dice: “las decisiones las
tomo yo y en mi casa se cumplen mis reglas. De mi cisne y de mi pavo
real me encargo yo. Nadie debe atreverse a tocarlos, ni mucho menos
a regañarlos, ¿De acuerdo?” el lobo contesta: “De acuerdo”.
Las cosas marchan bien en un principio. El hada siente que hay amor,
respeto, comprensión y mucha alegría en su familia. La bella cisne tiene
cinco años y el pavo real ocho. Mientras cada uno de estos maravillosos
seres está en el cuarto que cuidadosamente le preparó el hada
a cada uno, nada ni nadie puede perturbarlos. Pero no tarda mucho el
momento en que el lobo comienza a afilar los dientes. Con sagacidad
se vale de diversas artimañas para que el pavo real lo deje entrar a su
cuarto, entonces el hada empieza a notar que sus plumas están sucias.
Con el amor y la dulzura que la caracterizan le pregunta al pavo: “¿Qué
te pasa?” y él no contesta nada, sólo agacha la cabeza. En el colegio

empieza a sacar malas notas. Se vuelve rebelde, agresivo. Cada tanto,
se vuela sin permiso con la cisne y regresan muy tarde.
Un día el hada llega a su casa de sorpresa. Encuentra al lobo cada vez
más feroz regañando bruscamente a su pavo real. Ella, indignada, coge
del cuello al lobo y le grita: “¿Quién se cree? Las cosas en mi casa se
hacen como yo digo, si no está de acuerdo, se puede ir” y le da un par
de bofetadas. El pavo real, con angustia, le dice: “Cállate yo te quiero
mucho, la culpa es mía”.
Preocupada por su pavo real, el hada decide cambiar de casa. La que
escoge le gusta mucho porque es en un segundo piso y tiene una vista
muy bonita al hermoso paisaje. No sabe ella todavía que el cambio despertará
el horrible suceso.
Es un día normal. Son las 8 a.m. Hay sol. El hada, como de costumbre,
está vendiendo sus productos en una esquina de la plaza principal. De
pronto, ve venir al lobo muy asustado. Le pide ayuda. “¿Qué pasó?”, le
pregunta ella. “Dicen que quería quitarle los colores a un toche y me
quieren matar”. Ella, preocupada, le dice que corra a la Gruta Sagrada
y se esconda allí. Mientras tanto, corre a buscar a algún cocodrilo
que pueda ayudarlo. Se encuentra con el cocodrilo Pacheco, le cuenta
todo. Él, en un tono extraño, le dice: “No diga nada, usted no sabe”.
Sus palabras taladran su alma. Sale a buscar a su pavo real al colegio,
tiene un terrible presentimiento.
Llega pálida, sudorosa, asustada. Entra al salón y coge a su pavo real. El
profesor, un viejo búho, dice: “Se saluda y pide permiso”. Ella le grita:
“Cállese que es urgente”. Toma de una alita al pavo real y lo saca, lo
sube en una escala para que quede a la altura de sus ojos. Lo abraza, lo
besa y el pavo real le pregunta: “¿Qué tienes?”. “Me duele la cabeza.
Sólo quiero hacerte una pregunta: ¿El lobo feroz es el que se ha robado
tus colores y te ha ensuciado las plumas?”. El pavo real se asusta, se
pega a la pared como queriendo esconderse dentro de ella. Finalmente
contesta con voz baja y llorosa: “Yo te quiero viva y no quiero que a
la cisne el lobo feroz le haga lo mismo que a mí”. El hada comprende
entonces. Con más cariño y ternura le pide que le cuente, que confíe
en ella. “¿Segura que no vas a hacer nada? Yo te conozco”. Ella le jura
haciendo pistolas con los dedos en su espalda. Con la inocencia de sus
ocho años, el pavo real le narra con lujo de detalles lo que le hizo el
lobo. No se da cuenta que con cada palabra le parte al hada el corazón
en mil pedazos.


Sin pensar en la promesa que hizo, va donde el viejo búho, le entrega
a su pavo real y le dice: “Cuídemelo. Si me le llega a pasar algo, usted
me las paga, ¿Entiende?”. El pavo real se aferra a su vestido y le suplica
que no vaya: “El lobo feroz te matará, él me lo dijo”. Todos miran
asustados al hada porque ahora se ha convertido en horroroso ogro.
Ella de un tirón retira al pavo real y vuela hacia la Gruta Sagrada, saltando
como si nada los muros de la plaza principal que miden sesenta
centímetros. Encuentra al lobo feroz allí escondido. Lo encara y le
pregunta: “¿Tú le robaste los colores y sus plumas a mi pavo real?”. Él,
asustado al ver el ogro en el que ella se ha convertido, le dice “Sí”. Los
conejos del pueblo se han reunido a su alrededor porque quieren mucho
al hada. Al oír la confesión del lobo están dispuestos a lincharlo. El
hada lo agarra por el cuello y todos comienzan a golpearlo, lo patean
en la mitad del parque principal mientras los árboles grandes y fuertes
que allí se encuentran, observan callados.
Como siempre, los perros llegan a defender al lobo feroz. Se lo llevan.
El hada intenta por todos los medios alcanzarlo pero lo tienen
bien custodiado. Ella grita, llora, se enloquece. No se da cuenta que
a su lado están su bella cisne y su triste pavo real. Después de mucho
tiempo logran calmar al ogro en el que se ha convertido. La dopan, la
acuestan y el águila lleva al pavo real a que lo examinen. Se hace de
noche. Todos van a descansar a sus casas.
Cuando el hada se despierta al día siguiente, ve que el Águila, su Cisne y
su Pavo Real, duermen con ella. Se levanta silenciosamente y empieza
a maquinar qué va a hacer contra el lobo feroz. Va al parque principal.
Allí se entera que el lobo está libre. Corre, mueve cielo y tierra y logra
que lo capturen de nuevo. Hay una audiencia. Él acepta los cargos y es
encerrado. Pero aquí no termina esta historia de un hada que un día
se vuelve ogro.
La madre del lobo comienza a amenazarla. Los demás parientes y los
cocodrilos, también. Una vez la llevan a un paraje solitario en el que
solían mutilar a los animales del pueblo para el hada viera lo que podía
suceder. Después la cogen y la montaron en un carro. Le ponen una
capucha. Ella reza y pide clemencia pero también logran robarle los colores
una y otra vez, con brusquedad y malas palabras. Regresa viva a
su casa. Se lava. Quiere arrancarse la piel. Se siente sola, sucia, que no
vale nada. Sabe que tiene que callar porque sus seres queridos están
en peligro. Queda embarazada. Los cocodrilos arrancan a su hijo de
sus entrañas. Solo le queda callar y llorar.


Es duro salir de un pueblo, donde todos los animalitos se
conocen y departen amorosamente para después llegar
a una ciudad fría, falta de amor, amistad, comprensión,
en donde todos los animalitos se temen unos a otros,
pues acá es una verdadera selva, sin colores, sabores y
sin calor humano.
El hada anda mucho. No para de huir. Un día conoce al
príncipe Hugo. Es el único que sabe que sus colores se
perdieron. Él la envía donde las hadas maravillosas de IMP
que agitan sus alas para dispersar todo lo malo. El hada
Marcela con las leyes, las mariposas mágicas, Andrea y
Sandra con su sicología, las reinas Patrica y Ángela, buscando
los recursos para darle apoyo a hadas como ella y el
resto de luciérnagas que están en esta organización.
Después de cuatro años el hada volvió a ver a su estrella
madre: la encontró envejecida, flaca y triste, no sabía si
abrazarla, se quedó quieta, ella sale a su encuentro y le
extiende los brazos. Lo que el hada sintió es difícil de explicar.
Su madre le hace falta, mucha falta.
El hada se separa de su cisne y de su pavo real para trabajar.
Después el pavo regresa con ella. La cisne, en cambio, se
queda donde estaba. Las cosas con el pavo no cambiaron
mucho: no ha logrado recuperar sus colores y su plumaje.
Además, aunque el hada se ha trasladado bastante, no
contaba con que los cocodrilos estuvieran en todos lados,
ni que la siguieran acosando, persiguiendo, amenazando.
¿Podrá alguien ayudar a esta hada a restaurar los colores
y las plumas de su pavo real? ¿Habrá en el mundo un buen
restaurador? Cuándo ustedes ven un hada maltratada, ¿La
ayudan o agitan el matamoscas para alejarla?



Mi país
Se oyen grandes quejidos,
un gran dolor nos embarga,
en un país destrozado,
con rencores y venganzas.
Se busca como curarle,
es tiempo de sanar,
está desgarrado, destrozado,
por los caimanes que lo mutilaron ya.
Mil intentos se han frustado,
y las palabras se ahogaron,
sólo un país desangrado,
es lo que nos ha quedado.
Y de pronto de la nada,
lo que se dice nada,
salen muchas mujeres,
con verdad, bien preparadas.
Y las grandes heroínas,
antes olvidadas,
ya se están reconociendo,
y el valor las acompaña.
Aunque el temor las invade,
siempre estarán ahí enfrente,
con su escudo y armadura,
que es lo que más las defiende.
Y las armas y escudos,
con que lo defienden,
son verdad, justicia y paz,
con esto se comprometen.
Para seguir publicando,
buscando y divulgando,
que las mujeres de todo el mundo,
nos estamos reafirmando.



El conflicto armado me bendijo y me maldijo
Catalina
Después de seis años, volví al pueblo donde nací. Una tierra de gente
noble, alegre, trabajadora y echada para adelante. Sentí otra vez el
calor a aquellos a quien tuve que dejar un día sin despedirme. Caminé
de nuevo por las calles. Encontré a la hija de la Cueto vendiendo sus
empanadas de siempre en la esquina del Banco de Bogotá. Me tomé
ese jugo de zapote que hace tanto no probaba. Me reencontré con mi
abuela que pensé nunca volvería a ver.
Cuando llegué al barrio donde nací y vi la casa donde me crié y disfrute
tanto con mis padres y hermanos, tuve una sensación rara. Se me
aguaron los ojos. No pude contener las lágrimas. Llegaron entonces
a mí muchos recuerdos: los sancochos en los que llegaban a la casa
todos los muchachos de la cuadra, la fiesta de cumpleaños de mi papá
que celebrábamos a lo grande todos los años. Una época tranquila y
feliz en la que nunca nos imaginamos que la violencia iba a llegar a
golpear tan duro.
De pronto escuché una voz que me hablaba: “hola mija, ¿Cuándo llegó?”.
Me volteé sorprendida. Allí estaba Ana, la vecina. Nos abrazamos
y lloramos juntas. Era un 16 de julio, día de las fiestas de la virgen del
Carmen, y se cumplían exactamente seis años de mi partida obligada,
seis años desde que ocurrieron los acontecimientos que me cambiaron
la vida. Creía que ya no sentía tanto dolor, que ya había superado
muchos de los malos recuerdos que me traía esa fecha. Estaba equivocada:
mientras abrazaba a Ana, con claridad volvió a mi cabeza ese
16 de julio de 2005, cuando fui brutalmente violada por uno de los paramilitares
que llegaron a la casa de mi tía preguntando por mi papá.
Cuando no lo encontró, me tomó a la fuerza, me golpeó y me violó
delante de mi tía, mi hermana y las tres nietas de mi tía. No pudieron
hacer nada para defenderme. Esa fiera me ensució el alma y mis sue
ños.
Dejó además en mi vientre un recuerdo permanente de esa noche
oscura que no puedo olvidar por más que quiera porque después de
nueve meses nació Laura, mi bendición que siendo hija de esa plaga,
también es mi hija, pero es mía más que de él.
Después, junto a mi hija Laura, caminamos varias calles para ir al barrio
donde vive mi abuela, mi familia y mis amigos. En medio del recorrido,
me encontré con personas conocidas que me hacían parar para preguntarme
por mis padres y hermanos, algunos me preguntaban qué había
sido de mi vida, que dónde estaba viviendo y como no faltan los curiosos,
que quién era el padre de mi hija. A veces no sabía qué contestar, a
unos les decía que él se había ido y a otros que estaba muerto.
Mi abuela me abrazó y cargó a la niña. Lloró y recordó exactamente
cuántos años y cuántos días tenía sin verme y me dijo que ahora sí
se podía morir tranquila porque ya me había visto y había conocido a
Laura. Después de conversar un largo rato con ella, me fui a visitar a
mi familia y amistades pero no puede seguir porque me hacían muchas
preguntas que no era capaz de responder.
No podía además dejar de recordar cuando trabajaba en el Colectivo de
Comunicaciones con unas niñas y niños que se habían convertido como en
mis hijos. Se venían a mi mente también los recuerdos de los muchachos
del barrio cuando jugaban football y yo les conseguía los uniformes, todas
esas personas a las que ayudé a conseguir medicinas y reparaciones para
sus ranchos. También volvieron a mí los momentos en que con mis amigos
nos levantábamos escobas para barrer el parque. En ese tiempo soñaba
con convertirme en una reconocida sicóloga y crear una fundación para
niños abandonados y maltratados… pero en la vida no todo es como uno
quiere, porque uno piensa una cosa y el destino nos ha deparado otra,
como el hecho de convertirme en madre sin desearlo.
La llegada de Laura cambió mucho mi vida. Me alejé de mi familia, de mi
trabajo, de mis estudios de sicología y comercio internacional, todo lo que
giraba entorno a mi vida social cambió por completo, me alejé de todo lo
que un día tuvo significado en mi vida. Ya de eso no quería nada porque
nos tocó andar de una ciudad a otra para proteger nuestras vidas.
Ese día en la procesión me sentí extraña, como si ya no perteneciera
a ese pueblo. Ver la alegría, sentir el calor de la gente, saludar a todos
los conocidos, caminar al lado de mi hija era raro y aún más, cuando los
nervios me atormentaban, pensando que ese hombre que me agredió
podía estar por ahí.
El calor de ese momento me hizo acordar, por contraste, del frío de
Bogotá, ciudad en la que tuve que ocultarme para protegerme, de ese
frío que me helaba los huesos, del estrés en el que se vive, de la indiferencia
de algunas personas a diferencia de este pueblo tan pequeño
en donde todos se conocen con todos.
Fue allí, en Bogotá, donde conocí todas esas personas solidarias de la
familia IMP que en esos momentos se convirtieron en mi familia, ese
grupo de mujeres tan maravillosas que me ayudaron a salir adelante.
Andrea y Sandra fueron un gran apoyo sicológico para mi hija para mí.
Por medio de Claudia Marcela, la abogada, pude conocer mis derechos
como mujer y como víctima. Con ella inicié mi proceso legal, supe dónde
exigir mis derechos y cómo pedir que se haga justicia.
En medio de la procesión, creyendo ver a cada instante a aquel hom
bre,
me acordé cuando fui a la fiscalía a hacer su retrato hablado. El
dibujante, un hombre vestido de negro y con gafas oscuras, no me
producía nada de confianza. Cuando comencé a describir al agresor, él
me dijo que yo lo que estaba haciendo era describiendo a mi hija, sólo
porque había comentado que los ojos de ella eran iguales a los de él.
Me obligaba además a darle detalles y yo no me acordaba, ya había
pasado más de cinco años.
En el recorrido, en medio de tanto bullicio, quema de voladores, juegos
pirotécnicos y el sonar de la papayera, me pude dar cuenta que
la violencia no logró apagar esa tradición que llena de orgullo a los
carmeros. Al día siguiente, sin embargo, vi cómo está mi pueblo de
abandonado: las calles sin pavimentar, sin agua potable, parecía que
no existiera administración y que a nadie le interesara el estado tan
desconsolador en que se encuentra.
Después de regresar a la ciudad donde estoy viviendo, me dio mucha
nostalgia pero me sentí tranquila porque por fin pude pisar nuevamen
te
mi pueblo y lo pude hacer al lado de mi hija y aunque había muchos
cambios, la gente era la misma, alegre como siempre.
Laura es la bendición más grande que me ha dado Dios en medio de la
maldición de la guerra. Es una niña alegre, inteligente, maravillosa, se
ha convertido en el único motivo para seguir luchando y tratar de dejar
atrás ese pasado que todavía me duele. Me entristece pensar que no
he podido darle a esa niña tan hermosa la vida que yo tuve, llena de
comodidades. Por culpa de la violencia nos ha tocado vivir reducidas
en una pieza donde Laura no tiene espacio para nada, ni para jugar.
Es muy triste que mi hija tenga que sufrir la ausencia de tantas cosas,
incluso de vivir la bonita edad en la que está.
Gracias a Dios y al apoyo de instituciones y personas que me han ayudado
puedo decirles que a pesar de todo lo que ha pasado no le guardo
rencor ni reproche a mi hija ya que ella no pidió venir a este mundo
como tampoco yo pedí ser madre. Sólo le pido a Dios que me siga dando
fuerzas y fortaleza porque con él todo se puede.

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